

“SEÑOR, hazme saber mi fin, y cuál es la medida de mis días, para que yo sepa cuán efímero soy. He aquí, tú has hecho mis días muy breves, y mi existencia es como nada delante de ti; ciertamente todo hombre, aun en la plenitud de su vigor, es solo un soplo. (Selah)”.Salmos 39:4-5
“Enséñanos a contar de tal modo nuestros días, que traigamos al corazón sabiduría”. Salmos 90:12
Sólo tú, oh Señor, nos puedes enseñar a sacar provecho, ¡ayúdame a contar bien mis días!
¡Seguramente mis días son pocos y fugaces e inciertos! Los días pasados han ido más allá del recuerdo, y mis días futuros no puedo contarlos. Permíteme entonces este día, y día a día, confiar en Ti, y buscar en Ti la ayuda y la gracia que necesito.
Ciertamente es la sabiduría más elevada renunciar a sí mismo, aferrarse a Cristo y mantener el gran fin de mi ser a la vista: «glorificar a Dios y disfrutarlo para siempre».
Este es un objeto por el que vale la pena vivir, y que bien puede involucrar todos los poderes de mi mente.
Tampoco supongamos que es necesario apartarse de las ocupaciones de mi vida diaria para honrar al Dios de mi salvación; porque Él me enseña que ya sea que coma o beba, o lo que sea que haga, puedo hacer todo para Su gloria.
A esto, entonces, puedo aplicarlo mi corazón, con toda diligencia y constancia, ¡limitado por el amor de Aquel que se dio a sí mismo por mí!
Todos los días te bendeciré, y alabaré tu nombre eternamente y para siempre. Salmos 145:21 sem