EL CONOCIMIENTO DE DIOS
Por Arthur W. Pink “Grande es nuestro Señor y poderoso en poder; su entendimiento no tiene límites .” Salmo 147:5 El conocimiento de Dios es infinito, eterno e inmutable. Su comprensión no aumenta ni disminuye, pues nunca ha aprendido y jamás olvidará . Su conocimiento no se adquiere ; es esencial para su propia existencia. Él lo sabe todo porque es el Dios omnisciente. Desde la eternidad pasada hasta la eternidad futura, Dios conoce a la perfección todo lo que fue, es y será . Más aún, conoce todo lo que podría ser. Todas las posibilidades se abren ante Él. Cada pensamiento en cada corazón, cada palabra en cada lengua, cada acontecimiento de todos los tiempos: Él los conoce todos, desde la eternidad hasta la eternidad. «Oh Señor, me has examinado y me conoces… Antes que una palabra esté en mi lengua, la sabes por completo, oh Señor». Salmo 139:1,4 No hay forma de esconderse de Él:los secretos que enmascaramos,los pecados que racionalizamos,los motivos que ocultamos tras la piedad¡Él los ve a todos! «Nada en la creación está oculto a la vista de Dios. Todo está descubierto y expuesto ante los ojos de aquel a quien debemos rendir cuentas» (Hebreos 4:13). Esta verdad debería despojarnos de toda pretensión y aplastar todo pensamiento orgulloso. Y, sin embargo, para el creyente, esto no es motivo de terror, sino de consuelo. Nuestro Señor sabe…cada uno de nuestros dolores ,cada una de nuestras debilidades ,cada uno de nuestros pasos vacilantes .Él nos entiende, cuando nosotros mismos no nos entendemos.Aunque otros puedan juzgarnos mal, Él nunca se equivoca.Él nunca se confunde, nunca se engaña y nunca se sorprende.Su conocimiento es perfecto, y también lo es su cuidado. La omnisciencia de Dios no es pasiva; está intrínsecamente ligada a su providencia soberana. Él no se limita a prever , sino que predetermina . Él gobierna la historia no como un espectador, sino como su sabio Autor. Nada sucede por casualidad. Cada momento de nuestra vida se desarrolla bajo la mirada y la guía del Dios que no se equivoca. Él declara: «Yo anuncio el fin desde el principio» (Isaías 46:10), porque ha ordenado tanto el fin como todos los medios para que se cumpla. Inclinémonos, pues, ante este glorioso Dios. Nosotros, tan propensos al error y ciegos al mañana, debemos confiar plenamente en la sabiduría de Aquel que conoce el fin desde el principio. ¡Qué pequeños somos! ¡Qué poco comprendemos! Y, sin embargo, Aquel que nos…
Libro Llena tu vasija de aceite
“Llena tu vasija de aceite” es un libro escrito por Wiarly Muñoz Giampaoli, y publicado originalmente en español por Ministerio de Literatura Voz que Clama en Concepción, Chile en el año 2023. El libro tiene 235 páginas y 50 capítulos. “Desde niña siempre tuve inclinación por las letras, los que me conocen saben que es así, y leía muchos libros que mi papá me compraba cada mes con su sueldo, esto incentivó en mí, el hábito de leer. Cuando me convertí y recibí al Señor Jesucristo en mi corazón a la edad de 15 años, empecé a leer y estudiar las Escrituras con mucha hambre y pasión, lo cual me llevo a tener cuadernos de estudios y notas. Eso al pasar los años se ha ido mejorando y las notas empezaron a tener un valor. Un día pensaba tantas notas y cuadernos guardados en un mueble, porqué no compartirlo con otros para que sean edificados, eso me motivó a empezar a ordenar las notas de estudio con la intención de que todos aquellos que son vasijas sedientas que anhelan ser llenadas con aceite celestial sean despertadas de igual forma a buscarle de más cerca”. Estas notas se transformaron en un libro”. Las páginas de “Llena tu vasija de aceite” nos recuerdan que muchas veces aun siendo cristianos no consideramos al Señor en nuestras decisiones. Y al igual que Elimelec pensamos que las cosas que hacemos son solo transitorias. Pero qué privilegio tenemos que aun a pesar de nuestros yerros podemos buscar al Señor para que nos guíe a depender de Dios en todo cuanto hacemos y a no caminar en el brazo de carne: Wiarly dice: “Tal vez Elimelec pensó, no seremos moabitas, no seguiremos a sus dioses, mi familia será guardada del mal, del paganismo, de la idolatría, de la perversidad, no seremos idólatras; solo estaremos un tiempo mientras pasa la hambruna. A veces el costo de mudarnos puede hacer que nuestras almas corran peligro, consideremos siempre al Señor en nuestras decisiones por más mínimas que sean”.[1] El libro “Llena tu vasija de aceite”, también nos cuenta acerca de una mujer que buscó conocer del Dios de Salomón, ella había oído hablar de su sabiduría y de su…
TRAJE NUEVO
Cuando Billy Graham tenía 92 años, estaba luchando contra la enfermedad de Parkinson. En enero, un mes antes de su 93 cumpleaños, los líderes de Charlotte, Carolina del Norte, lo invitaron a un almuerzo en su honor. Billy dudó inicialmente en aceptar la invitación debido a sus dificultades con la enfermedad de Parkinson. Pero los líderes de Charlotte dijeron, «No esperamos un discurso importante. Solo ven y deja que te honremos. Así que estuvo de acuerdo. Después de que se dijeron cosas maravillosas sobre él, el Dr. Graham subió al podio, miró a la multitud y dijo: «Hoy recuerdo a Albert Einstein, el gran físico que este mes ha sido honrado por la revista Time como el hombre del siglo. Einstein viajaba una vez desde Princeton en un tren, cuando el conductor bajó por el pasillo, golpeando los billetes de cada pasajero. Cuando vino a Einstein, Einstein metió la mano en el bolsillo de su chaleco. No podía encontrar su boleto, así que metió la mano en los bolsillos de sus pantalones. No estaba allí. Miró en su maletín pero no pudo encontrarlo. Entonces miró en el asiento a su lado. Todavía no pudo encontrarlo. El director dijo: «Dr. Einstein, sé quién es usted. Todos sabemos quién eres. Estoy seguro de que compraste un boleto. No te preocupes” Einstein asintió agradecidamente. El conductor continuó por el pasillo perforando entradas. Cuando estaba listo para pasar al siguiente coche, se dio la vuelta y vio al gran físico arrodillado de manos y rodillas mirando debajo de su asiento por su boleto. «El conductor volvió corriendo y dijo: ‘Dr. Einstein, Dr. Einstein, no se preocupe, sé quién es usted; no hay problema. No necesitas un boleto. Estoy seguro de que compraste uno. Einstein lo miró y dijo: «Joven, yo también sé quién soy. Lo que no sé es a dónde voy. « Habiendo dicho esto Billy Graham continuó, «¿Ves el traje que llevo puesto? Es un traje nuevo. Mis hijos y mis nietos me dicen que me he vuelto un poco descuidado en mi vejez. Solía ser un poco más meticuloso. Así que salí y compré un traje nuevo para este almuerzo y una ocasión más.…
EL DIOS ETERNO ES TU REFUGIO
“El eterno Dios es tu refugio, y debajo están los brazos eternos”. Deuteronomio 33:27Si estamos sostenidos en el broche de los brazos eternos, no debemos temer que alguna vez nos separemos de su abrigo.»Debajo». Nosotros siempre estamos debajo. No importa cuán bajo nos hundamos en la debilidad, en el desmayo, en el dolor, en la tristeza, nunca podemos hundirnos debajo de estos brazos eternos. ¡Nunca podemos abandonar el cierre de su abrigo!El amor de Dios es más profundo que el dolor humano.El dolor es muy profundo, pero aún en el mayor dolor y para siempre: estos brazos de amor Divino están debajo del que sufre.El amor de Dios es más profundo que la muerte.Cuando cada apoyo terrenal se haya ido de debajo de nosotros, cuando cada brazo humano se afloje y cada rostro se desvanezca ante nuestros ojos, y nos hundamos en lo que parece oscuridad y la sombra de la muerte, ¡solo nos hundiremos en los brazos eternos!Puedes caer en el mar más profundo de dolor, y al final de tus sondeos: «¡Debajo están los brazos eternos!»¡Qué consuelo permanente! ¡Qué fuerza que todo lo abarca y nunca falla! Traducido por Wiarly Muñoz G. tomado de Bible Truths Illustrated by J.C. Pittman, 1917
LA QUEJA DEL HOMBRE
I Dices hombre en tu clamor, en la angustia, en el dolor, tengo llagas en el alma y llena de llanto la voz de tanto llamar a Dios. II Te haz preguntado cuando Él llamaba ¿si tu escuchabas su tierna voz? Cuando tu granero estaba lleno del buen trigo, del buen vino, el fino abrigo, el arroz. III Hay petición, hay aflicción. Abres tus labios pero tu corazón está cerrado a tu Creador. Quieres caricias sin dar amor. No haz perdonado y quieres perdón. Nada haz sembrado y quieres los frutos de la bendición. IV Llama al labrador Él surcará la tierra seca de tú corazón. Sembrará en ella semillas, ternura semillas, perdón semillas, paciencia semillas, amor. V Serás amigo del Sembrador Él llenará tu granero de bendición. En la sequía, Él te dará el agua para tu alma, para tu voz. No llamarás, Tendrás por siempre a tu dulce Dios. Amén. Por Teresa Giampaoli E.
LA VIDA QUE FUE SOLITARIA
Nació en una villa distante, hijo de una mujer del campo. Creció en otra villa, donde trabajó como carpintero hasta a los treinta años. Después y durante tres años predicó su mensaje. Nunca escribió un libro. Nunca desempeñó un cargo. Nunca tuvo una familia. No fue estudiar a una escuela. Nunca visitó las ciudades a su alrededor. Pensamos que ni más de trescientos kilómetros debe de haberse alejado de donde vivía. Nunca hizo cosas que pudieran ser consideradas emprendedoras. No tenía credenciales. La única cosa que presentaba era a Sí mismo. A los treinta y tres años la opinión pública se volvió contra Él y sus amigos lo abandonaron. Uno de ellos lo negó. Otro lo entregó. Fue entregado por él a sus enemigos y fue el mayor hazmerreír que se podría imaginar. Fue colgado en una cruz entre dos delincuentes como trasgresor, siendo inocente. Mientras moría sus ejecutores repartían sus ropas, la única cosa que poseía en la tierra, tierra que hizo con sus propias manos. Cuando murió fue alojado en una sepultura prestada porque un amigo se compadeció de Él. Diecinueve siglos pasaron sin embargo y es Él quien es el centro del Universo. La figura céntrica de toda la humanidad. Todos los ejércitos que marcharon en toda la existencia de la tierra, Todos los navíos que navegaron en sus mares, todos los parlamentos que se reunieron, Todos los reyes de la historia juntos, nunca afectaron la humanidad tanto como lo hizo esta vida solitaria. ANÓNIMO Traducido por Wiarly Muñoz Giampaoli
UN CORAZÓN QUEBRANTADO
Cuando te duela más, ve a tu lugar secreto de oración y llora toda tu amargura. Jesús se lamentó por Jerusalén y lloró en el funeral de un amigo. Pedro llevó consigo el dolor de haber negado al mismo Hijo de Dios, ¡y lloró amargamente! Aquellas amargas lágrimas obraron en él un dulce milagro; y volvió para sacudir el reino de Satanás.Hace años, una mujer que se había sometido a una mastectomía escribió un libro titulado: “Primero, lloras”. ¡Cuan cierto! Recientemente, hablé con un amigo al que le acababan de informar que tenía cáncer terminal. “Lo primero que haces”, él dijo, “es llorar hasta que no te quedan más lágrimas. Luego comienzas a acercarte a Jesús hasta que sabes que sus brazos te están abrazando con fuerza”.Jesús nunca aparta la mirada de un corazón que llora. De hecho, él atesora un espíritu tan tierno. La Biblia dice claramente: “Señor, abre mis labios, y publicará mi boca tu alabanza. Porque no quieres sacrificio, que yo lo daría; no quieres holocausto. Los sacrificios de Dios son el espíritu quebrantado; al corazón contrito y humillado no despreciarás tú, oh Dios” (Salmos 51:15-17). Jamás el Señor dirá: “¡Contrólate! Levántate y toma tu medicina. Aprieta los dientes y seca tus lágrimas”. No, Jesús embotella cada lágrima en su recipiente eterno.¿Te duele? Adelante, llora. Sigue llorando hasta que las lágrimas dejen de fluir. Solo deja que esas lágrimas se originen del dolor, no de la incredulidad o la autocompasión.Dios quiere tu fe, tu confianza. Él quiere que clames en voz alta: “Jesús está conmigo. Él no me fallará. Él está obrando en todo ahora mismo. No seré abatido. No me convertiré en una víctima de Satanás. No perderé mi mente ni mi dirección. Dios está de mi lado. ¡Yo lo amo y él me ama!” Aliéntate en el Señor. Cuando la niebla te rodee y no puedas ver ninguna salida a tu dilema, recuéstate en los brazos de Jesús y simplemente confía en él. Por David Wilkerson
CONFIANDO EN AQUEL DIOS DE SABIDURÍA
Ahora tú no comprendes lo que yo hago, pero lo entenderás después. Juan 13:7 Pedro no pudo captar el designio de nuestro Señor al lavar los pies de los discípulos, y con impaciencia expresó su sorpresa: «¡Nunca me lavarás los pies!» Nuestro misericordioso Salvador, en efecto, respondió: «Espera un poco, Pedro, y verás la razón por la que lo hago. No te das cuenta ahora de lo que estoy haciendo, pero más tarde lo entenderás». ¿Cuántas veces estamos impacientes cuando no podemos ver de inmediato el diseño de los tratos del Señor con nosotros? A veces, cuando los acontecimientos van en contra de nuestros deseos y expectativas, estamos listos, como Jacob, para decir:»¡Todas estas cosas están en mi contra!» Si bien en realidad, ninguno de ellos está en contra de nosotros, pero todos están, de una manera maravillosa, trabajando juntos por nuestro bien. Oh, por más confianza en Aquel que, en su infinita sabiduría, está ordenando las circunstancias de nuestras vidas de tal manera que promueve nuestro bienestar espiritual aquí, y nuestra ventaja eterna en el mundo venidero. Incluso en la vida presente, el Señor a veces nos muestra el significado de Sus tratos pasados con nosotros, y nos convence de que cuando Él nos estaba guiando en un camino difícil, Él nos estaba guiando por el camino correcto hacia la ciudad de habitación.
SEÑOR ENSÉÑANOS A CONTAR NUESTROS DÍAS
“SEÑOR, hazme saber mi fin, y cuál es la medida de mis días, para que yo sepa cuán efímero soy. He aquí, tú has hecho mis días muy breves, y mi existencia es como nada delante de ti; ciertamente todo hombre, aun en la plenitud de su vigor, es solo un soplo. (Selah)”.Salmos 39:4-5“Enséñanos a contar de tal modo nuestros días, que traigamos al corazón sabiduría”. Salmos 90:12 Sólo tú, oh Señor, nos puedes enseñar a sacar provecho, ¡ayúdame a contar bien mis días!¡Seguramente mis días son pocos y fugaces e inciertos! Los días pasados han ido más allá del recuerdo, y mis días futuros no puedo contarlos. Permíteme entonces este día, y día a día, confiar en Ti, y buscar en Ti la ayuda y la gracia que necesito.Ciertamente es la sabiduría más elevada renunciar a sí mismo, aferrarse a Cristo y mantener el gran fin de mi ser a la vista: «glorificar a Dios y disfrutarlo para siempre».Este es un objeto por el que vale la pena vivir, y que bien puede involucrar todos los poderes de mi mente.Tampoco supongamos que es necesario apartarse de las ocupaciones de mi vida diaria para honrar al Dios de mi salvación; porque Él me enseña que ya sea que coma o beba, o lo que sea que haga, puedo hacer todo para Su gloria.A esto, entonces, puedo aplicarlo mi corazón, con toda diligencia y constancia, ¡limitado por el amor de Aquel que se dio a sí mismo por mí!Todos los días te bendeciré, y alabaré tu nombre eternamente y para siempre. Salmos 145:21 sem
Heme aquí Señor, envíame a mí
Se dice que Martín Lutero tenía un amigo íntimo, cuyo nombre era Miconio. Este, al ver a Lutero sentado durante días interminables trabajando al Servicio del Maestro, Miconio sintió compasión de él y le dijo: «Te puedo ayudar más desde donde yo estoy; permaneceré aquí orando, mientras tú perseveras incansablemente en la lucha.» Miconio oró durante días seguidos por Martín. Pero al paso que perseveraba en la oración, comenzó a sentir el peso de la propia culpa.Cierta noche soñó con el Salvador, quien le mostró las manos y los pies. Le mostró también la fuente en la cual lo había purificado de todo pecado. «Sígueme», le dijo el Salvador, llevándolo a un alto monte, desde donde señaló hacia el naciente. Miconio vio una planicie que se extendía hasta el lejano horizonte.La vasta planicie estaba cubierta de ovejas, de muchos millares de ovejas blancas. Solamente había un hombre, Martín Lutero, que se esforzaba por apacentar a todas. Entonces el Salvador le dijo a Miconio que mirase hacia el poniente. El miró y vio vastos campos de trigo blancos para la siega. El único segador que se esforzaba por segarlos, estaba casi exhausto; de todas maneras, persistía en su tarea. En ese momento, Miconio reconoció el solitario segador: ¡era su buen amigo, Martín Lutero! Al despertar del sueño, Miconio tomó esta resolución: «No puedo quedarme aquí orando mientras Martín se fatiga en la obra del Señor. Las ovejas deben ser apacentadas, y los campos tienen que ser segados. Héme aquí, Señor, ¡envíame a mí!» Fue así como Miconio salió para compartir la labor de su fiel amigo.Jesús nos llama para trabajar y orar.