SU PALABRA NOS TRAE AL ALTAR
Hoy mientras leía un libro devocional publicado por el Ejército de Salvación, fui impactada como tantas veces por el Señor, por esta imagen que rescaté de allí, y tenía esa frase «Su palabra nos trae al altar» como un recordatorio de que cada uno de nosotros pasemos tiempo en Su palabra y ella nos atraiga cada día en muchos momentos con nuevas súplicas al altar del Dios vivo, algo así como “un soldado rendido frente al altar”. Meditaba que muchas veces estudiamos su palabra como un mero cumplimineto del deber, y claro así muchas veces nos enseñaron, estas son disciplinas del creyente, pero entendí a través de esta imagen que la finalidad de Su palabra es traernos al altar, o más bien, de manera personal creo que atraernos a Su presencia. Le invito a que cada vez que vea esta imagen, o esté delante de su palabra, piense que cada enseñanza, cada palabra debe ser con la finalidad de que seamos atraídos hacia Él, el Señor quiere revelarse en su palabra a nosotros, él quiere darse a conocer, quiere que tengamos una comunión más íntima con Él. Somos como soldados rendidos delante del Señor, un soldado depende cada día del Señor para no morir o ser herido en la batalla, con esto en mente, estemos alerta a que cada palabra, cada pensamiento, cada estudio tiene como objetivo traernos hacia Su altar. Así solamente vendrá el avivamiento que tanto necesitamos. por Wiarly Muñoz G.
LAS TORMENTAS REVELAN FUNDAMENTOS
Si alguien construye un edificio, lo quiere sólido, firme, con cimientos bien hechos, sus fundamentos deben resistir las inclemencias del tiempo y aun terremotos. Es por eso que se ocupan grandes rocas en la construcciones sólidas. Nuestra vida es comparada en la Biblia con una casa, si esta casa tiene fundamentos sólidos se dice que está fundamentada en Cristo que es la Roca. «Por tanto, cualquiera que oye estas palabras mías y las pone en práctica, será semejante a un hombre sabio que edificó su casa sobre la roca; y cayó la lluvia, vinieron los torrentes, soplaron los vientos y azotaron aquella casa; pero no se cayó, porque había sido fundada sobre la roca. Y todo el que oye estas palabras mías y no las pone en práctica, será semejante a un hombre insensato que edificó su casa sobre la arena; y cayó la lluvia, vinieron los torrentes, soplaron los vientos y azotaron aquella casa; y cayó, y grande fue su destrucción». Mateo 7:24-27 Sabemos que si estamos cimentados sobre la roca que es Cristo entonces no tenemos que temer ni angustiarnos por las circunstancias, nuestra fe debe ser inquebrantable, las tormentas representan dificultades y pruebas a las cuales estamos expuestos en nuestra vida, pero aquellos que vivimos en Cristo entendemos que estas cosas suceden para exponernos al crisol y ser perfeccionados para parecernos más a nuestro Salvador. Solo una casa cuyo cimiento sea firme podrá resistir la tormenta; y solo una vida cuyos fundamentos sean estables podrá superar la prueba. Por eso somos expuestos a tormentas para que sean revelados nuestros fundamentos, solo vivir estas situaciones nos harán saber en qué posición estamos. Si estás en la tormenta, aguanta pues tus fundamentos serán revelados. Si estás en medio de una tormenta o ya ha pasado, ¿Cómo están tus fundamentos? ¿Estás sobre la roca firme que es Cristo? Las tormentas revelan fundamentos, ¡Qué gran verdad! Por Wiarly Muñoz G.
Apuntes sobre la enfermedad
Por: Charles Spurgeon «Esta enfermedad no es para muerte». Juan 11:4 De las palabras de nuestro Señor aprendemos que hay un límite para la enfermedad. Aquí tenemos un «para» dentro del cual se inscribe el último término de la misma y más allá la enfermedad no puede llegar. Lázaro pudo traspasar la muerte, pero la muerte no tenía que ser el ultimátum de su enfermedad. En toda enfermedad, el Señor dice a las olas de dolor: «Hasta aquí llegarás, y no pasarás adelante» (Job 38:11). Su propósito permanente no es la destrucción sino la instrucción de los suyos. La sabiduría cuelga el termómetro a la puerta del horno y regula el calor. 1. El límite es alentadoramente amplio. El Dios de la providencia ha limitado el tiempo, el modo, la intensidad, la repetición y los efectos de todas nuestras enfermedades. Todo latido ha sido decretado por él; toda hora de insomnio, predestinada; toda recaída, ordenada; toda depresión de ánimo, prevista; y todo resultado santificador, designado desde la eternidad. Nada grande o pequeño escapa a la mano organizadora de Aquel que cuenta los cabellos de nuestras cabezas. 2. Este límite está sabiamente ajustado a nuestras fuerzas, al fin designado y a la gracia distribuida. La aflicción no viene por accidente; la intensidad de cada golpe de la vara está cuidadosamente medida. El que no cometió errores al diferenciar las nubes y medir los cielos, tampoco se equivocará midiendo los ingredientes que componen la medicina de las almas. No podemos sufrir más de la medida ni recibir demasiado tarde el alivio. 3. El límite está cariñosamente fijado. El bisturí del Médico celestial nunca corta más profundamente de lo que es absolutamente necesario: «No aflige ni entristece voluntariamente a los hijos de los hombres» (Lm. 3:33). El corazón de una madre clama: «Conservadme a mi hijo». No obstante, ninguna madre es más compasiva que nuestro bondadoso Dios. Cuando consideramos lo duros de boca que somos, nos admira que no se nos guíe con un freno más áspero. Este pensamiento está cargado de consuelo: el que ha fijado los límites de nuestra habitación, ha establecido también los linderos de nuestra tribulación. Tomado de “Lecturas vespertinas” pág. 240
¡EL DÍA DE DESCANSO SE ACERCA!
Por: Charles Spurgeon ¿Quién subirá al monte de Jehová? Salmo 24:3 Aquel que suba al monte de Dios y llegue al final al cielo, encontrará, antes que nada, que toda su faena ha concluido: «Bien, buen siervo de Dios, descansa de tu amada ocupación, la batalla está peleada, la victoria ha sido ganada, entra en tu descanso de dicha». No hay peñascos escarpados, no hay deslizaderos ahora; no hay rugientes torrentes, ni sendas que suban o bajen: «Jerusalén, mi dichoso hogar, nombre siempre amado para mí, ahora mis arduos trabajos tendrán un fin, en dicha y paz y en Ti». Hermanos, ¿pensamos ustedes y yo lo suficiente en el cielo? ¿No pensamos demasiado en la tierra? ¿No pensamos demasiado en el trabajo pesado y demasiado poco en el tiempo cuando todo acabe? Unos cuantos días y años más, y ustedes y yo, creyentes, habremos terminado de luchar con Satanás, habrán acabado las tentaciones, habrán acabado los afanes, habrán acabado las aflicciones. ¡Una hora de trabajo y una eternidad de reposo! ¡El trabajo de un día, y cuando haya cumplido mi día como un asalariado, entonces llegas tú, oh dulce y apacible reposo! «Descansarán de sus trabajos, porque sus obras con ellos siguen». ¡Ten valor, peregrino, ten valor! ¡Sube esa pendiente abrupta, amigo! ¡Escala con tus manos y rodillas, arriba! Pues cuando hayas subido un poco más arriba, sí, un poquito tan solo, te recostarás para descansar y luego no habrá más fatiga o aflicción. Y allá también, cuando lleguemos a la cima del monte de Jehová, estaremos por encima de las nubes del afán mundano, y del pecado y de la tentación. ¡Oh, cuán profundo es el reposo del pueblo de Dios en lo alto! ¡Cuán apacible es su cielo! Ningún vano discurso tentará mi alma,Ninguna insignificancia vejará mi oído.
EL PODER DE LA PALABRA DE DIOS
En los años 1930, un vendedor había logrado vender una Biblia en un pueblo aislado de Polonia. Cuando tres años más tarde volvió a ese pueblo, sintió un gran gozo: ¡Doscientas personas habían sido llevadas a la fe en Cristo, gracias a la lectura de la única Biblia que poseían! Como aquellos cristianos solo tenían a su disposición un ejemplar de las Escrituras, habían decidido dividir cuidadosamente el libro en varias partes para que circulasen entre los habitantes, y así beneficiarse todos de la lectura. El vendedor organizó un encuentro con aquellos creyentes y les preguntó si podían recitar de memoria algunos versículos de la Biblia. Uno de los oyentes le preguntó: «¿Comprendimos bien? ¿Se refiere a versículos o capítulos?». Muy sorprendido, el vendedor descubrió que ellos habían aprendido de memoria no solo versículos aislados, sino varios capítulos e incluso libros enteros de la Biblia. Algunos podían repetir de memoria un evangelio entero, otros una parte del libro de los Salmos o de Génesis. En total, aquellos doscientos creyentes podían recitar prácticamente toda la Biblia. Gracias a Dios, porque las partes de la Biblia, que eran leídas diariamente e iban de casa en casa, estaban tan gastadas que casi no eran legibles. Memoricemos la palabra de Dios y démosla a conocer, pues el Señor mismo prepara los corazones para que sea recibida. LBS
NINGUNA DE SUS PROMESA FALLARÁ
POR CHARLES SPURGEON “Aunque la visión tardará aún por un tiempo, mas se apresura hacia el fin, y no mentirá; aunque tardare, espéralo, porque sin duda vendrá, no tardará.” Habacuc 2: 3. La misericordia podría parecer tardada, pero es segura. El Señor ha establecido, con sabiduría infalible, un tiempo para las salidas de Su poder lleno de gracia, y el tiempo de Dios es el mejor tiempo. Nosotros tenemos prisa; la visión de la bendición estimula nuestro deseo, y acelera nuestros anhelos; pero el Señor guardará Sus señalamientos. Él nunca se adelanta; Él nunca se atrasa. Se dice aquí que la Palabra de Dios es algo vivo que hablará, y que vendrá. No es nunca una letra muerta, como estamos tentados a temerlo cuando hemos esperado largamente su cumplimiento. La Palabra viva viene en camino proveniente del Dios vivo, y aunque pareciera dilatarse, en realidad no se está tardando. El tren de Dios no está retrasado. Sólo hemos de tener paciencia, y pronto veremos por nosotros mismos la fidelidad del Señor. Ninguna de Sus promesas fallará: “no mentirá”. Ninguna de Sus promesas se perderá en el silencio: “se apresura hacia el fin”. ¡Qué consuelo hablará al oído de la fe! Ninguna de Sus promesas necesitará ser renovada como una factura que no pudo ser pagada en el día en que se vencía: “no tardará”. Vamos, alma mía, ¿no puedes esperar a tu Dios? Descansa en Él, y quédate quieta en una paz indecible.
LA BENDICIÓN DE LAS ESPINAS
Por Nancy DeMoss de Wolgemuth Hemos escuchado que debemos detenernos a oler las rosas, o tenemos un instinto para hacerlo, pero ¿alguna vez se te ha dicho que te detengas para apreciar las espinas? 1 de Tesalonicenses 5 dice: «Estad siempre gozosos… dad gracias en todo, porque esta es la voluntad de Dios para con vosotros en Cristo Jesús» (1 Tes 5:16-18). «Querido Dios, te he dado las gracias más de mil veces por mis flores pero ni una sola vez por mis espinas. Enséñame a valorar mis espinas; enséñame la gloria de la cruz que me ha tocado llevar. Muéstrame que me he acercado más a Ti a través de este camino de sufrimientos. Muéstrame que a través de mis lágrimas los colores de Tu arcoíris se ven más brillantes». Gracias porque Tú no siempre remueves las espinas. Algunas veces permites que las soportemos y que caminemos por esos valles difíciles y oscuros en nuestras vidas. Sin embargo, te damos las gracias porque Tú puedes, en medio de esas espinas, darnos la perspectiva, la paz, el consuelo y la gracia, hecha a nuestra medida, exactamente como la necesitamos en medio de esa situación. Señor, muchas de nosotras te hemos dado gracias por las rosas; te hemos dado las gracias por las cosas buenas. Sin embargo, nunca te hemos dado las gracias por las espinas, por las cosas difíciles. Gracias Señor, porque Tú puedes tornar nuestras espinas en una bendición. Oh, Señor, oro para que todas aquellas personas que están luchando con espinas en sus vidas estén dispuestas, en un acto de fe, a decir, «Señor, gracias, te bendigo aun por las espinas». Oro en nombre de Jesús, amén. GEORGE MATHESON George Matheson era un predicador escocés del siglo XIX, conocido por su himno, «Amor que no me dejará». Cuando él se encontraba al final de su adolescencia comenzó a perder la vista y, a la edad de 20 años, quedó completamente ciego. Cuando George Matheson se encontraba en este proceso de perder la vista, entendió lo que todos tenemos que aprender: Es muy fácil alabar a Dios cuando todo está bien, cuando disfrutas de buena salud y el sol está brillando, cuando…
ENSÉÑANOS DE TAL MODO A CONTAR NUESTROS DÍAS
El salmo 90 es uno de los salmos más profundos de todo el salterio, porque el tema central es la infinidad de Dios, y la fugacidad del hombre. A este salmo se le ha llamado el “salmo de la noche vieja”. Muchos cristianos ven reproducida en este salmo la disposición de ánimo que les embarga el último día del año, cuando piensan en la brevedad de la vida y en lo efímero del hombre La vida, al igual que un arroyo, le suceden instantes donde el agua fluye como un remanso, en cambio, hay otros momentos donde escurre como raudal. A veces la vida se transforma en tedio que desespera; y otras en vértigo y adrenalina nos ponen a mil por hora. Es que es inevitable no ponerse a reflexionar en este tiempo. El fin de un año que se va, y el comienzo de uno nuevo, nos llaman a reflexionar sobre la trascendencia de la vida. Pero, ¿qué se produce en nosotros para que en determinados instantes naveguemos en lo insondable de la existencia? Deduzco que es la idea de “tiempo” ¿Y qué es el tiempo? ¿Acaso no son las hebras de nuestra existencia con el cual tejimos nuestra vida? ¿Y qué es la vida, acaso no es saber urdir los filamentos del pasado, presente y futuro? El pasado. Pensemos en un día que no tuviera pasado. Sería como alguien que despierta con amnesia, no sabría quién es, sin identidad, sin propósito, sin sueños, sin intimidad ¿Qué historia podrá contar?, ¿Cuál sería su punto de referencia? El futuro. Ahora pensemos en un día sin un “mañana” ¿Cuánta gente vive sin esperanza? Pensemos en los hijos del relativismo, los que dicen: “vive el ahora, atrapa el momento” ¡Comamos y bebamos que mañana moriremos! Sin embargo, conocemos el dolor de aquellos que no tienen una razón de vivir. Porque detrás de su relajo, de su cinismo, o vida light, hay una terrible soledad y larvada desesperanza. El presente. ¿Podríamos suponer un día sin presente?, ¿Parece raro no?, pero San Agustín nos dice algo asombroso: “Y en cuanto al presente, si fuese siempre presente… Ya no sería tiempo, sino eternidad” San Agustín nos dice que ese…
RÍNDETE A SUS PLANES
Por Fénelon De veras que siento los problemas que te acaecen, pero sé que Dios obra a tu favor. ¡Acuérdate que Dios te ama y que por tanto no te dará el indulto! Él deja caer sobre ti la cruz de Jesucristo. Sea cual sea la revelación que recibas y cualquier experiencia emocional que tengas, no tiene valor alguno a menos que hayan de guiarte a la muy real y constante práctica de morir a tu propia naturaleza. Por desgracia, no puedes morir sin sufrimiento, ni puede decirse que hayas muerto del todo si parte de ti sigue viva. La muerte que Dios trae a ti va a horadar muy adentro. Alma y espíritu se dividirán. Él ve en ti todo lo que tú no puedes ver. Sabe exactamente dónde han de tocar los golpes mortales. Se dirige directamente hacia aquello que estás dispuesto a entregar con mayor desgana. Sólo se siente dolor donde hay vida. Y en esta situación, la vida es precisamente el lugar donde se requiere la muerte. Tu Padre no pierde el tiempo en cortar lo que ya está muerto. Si quisiera que quedaras como estás, ciertamente así haría. Persigue Él la destrucción de tu vieja naturaleza. Sólo puede hacer esto abriéndose paso hacia lo que está vivo. No esperes que sólo ataque a esos deseos obviamente pecaminosos a los que renunciaste para siempre cuando te entregaste a Él. Más bien puede que te pruebe llevándose el maravilloso sentimiento de libertad que sientes, o quitándote lo que ahora te ofrece alivio espiritual. ¿Resistirás? ¡No! ¡Permítelo todo! Ofrécete como voluntario de tu propia muerte, pues Dios sólo llevará a cabo su obra en la medida que se lo permitas. No empujes a un lado el progreso que Dios quiere hacer en tu vida. Ofrece de buen agrado todo de lo que ahora dependes al buen placer de Dios. Entrega también las cosas espirituales cuando Él te las requiera. ¿Qué temes, tú de poca fe? ¿Tienes miedo de que Él no sea capaz de darte su fuerza cuando te quite la tuya? ¿Por qué se la lleva? Sólo con el fin de que Él sea tú sustento. La lección puede ser…
HAY ESPERANZA
Tomado del libro “Cuando hemos fracasado — ¿qué sigue?” por K.P. Yohannan Robert Robinson vivió en el siglo dieciocho. Convertido a través de la predicación de George White!eld, él mismo llegó a ser un ministro metodista, quien escribió el himno famoso “Ven, Fuente de toda bendición”. Es probable que usted recuerde las estrofas: Ven, Fuente de toda bendición, Entona mi corazón para que cante Tu gracia; Arroyos de misericordia sin cesar, Llaman por cantos de sonora alabanza. En sus últimos años, Robinson se apartó de la fe para seguir los placeres de este mundo. Mientras viajaba en un carruaje durante este tiempo, se sentó al lado de una mujer profundamente fascinada por el libro que ella estaba leyendo. Cuando leyó una de las estrofas que consideró especialmente hermosa, se le volvió a Robinson y dijo, “Estoy leyendo algo maravilloso. ¿Qué piensa de esto?” Esto fue lo que leyó: “Tiendo a descarriarme, Dios, lo siento, Tiendo a irme del Dios que amo”. Ella no tenía ninguna idea que estaba sentada al lado del mismo hombre que había escrito esas palabras años atrás. Al recordarse del himno y del hombre que antes era, Robinson se desmoronó. Con lágrimas le contestó, “Señora, yo soy el pobre infeliz quien compuso ese himno hace muchos años. Daría mil mundos, si los tuviera, para disfrutar del gozo que tenía por aquel entonces.” A través de este encuentro Robinson fue traído de regreso a las manos extendidas de su Dios cariñoso. Esta historia de restauración al final del sinuoso camino sinuoso del pecado no es ni la primera, ni tampoco será la última. Desde el principio del tiempo, la historia ha demostrado que hay esperanza para aquél que ha caído.