Profesionales cristianos evangelizando en el área de la salud

La Asociación Cristiana de Profesionales de la Salud ( ACPS ) nace de una visión dada por Dios a sus fundadores en el año 2010 de formar una organización para evangelizar el área de la salud en Chile a través de una cosmovisión bíblica. Su trabajo consiste en lograr unir y capacitar a los profesionales de la salud para que a través de sus servicios puedan impactar las vidas de los pacientes y la sociedad. Su visión es ser una organización que glorifique a Dios practicando los principios del reino de Dios en el área de la salud. #chileevangelico #acps @libreriavqc @chileevangelico @acps.chile #libreriavozqueclama

Henry L. Weiss misionero en el sur de Chile

De ascendencia, unos dicen que alemana y otros que holandesa, Henry Weiss nace el año 1867 en los Estados Unidos. Desde temprana edad comienza a servir al Señor, a quien acepta como su Salvador, recibiendo el bautismo en el seno de una congregación menonita. Sus primeros pasos en el campo misionero los hace en su país, entre las tribus indígenas en los estados de Oklahoma y Kansas, donde permanece por un periodo de ocho años, llegando a ocupar un puesto como Superintendente de las escuelas indígenas. Se casa con la también misionera Kate Zacharias. El 10 de Marzo de 1897 se embarca con destino a Chile, en compañía de su esposa Kate, con el respaldo y bendición de la Alianza Cristiana y Misionera en Estados Unidos; pero sin ningún apoyo económico. Esto obedece a que en aquella época la Alianza consideraba, erróneamente, a Latinoamérica como una región ya cristianizada, y por lo tanto sin prioridad. El dinero les alcanza sólo para llegar hasta Panamá. Allí, el pastor canadiense Alberto E. Dawson, les presta el dinero necesario para continuar, y ambos, poniendo su vista en Chile, prosiguen juntos el viaje. Lo hacen en tercera clase o entrecubierta, sin mayores comodidades. Su esposa Kate viene, además, embarazada en estado muy avanzado. El viaje, en estas condiciones, dura 4 semanas, acomodados de una manera muy precaria entre animales y bultos. Llegan finalmente a Chile, al puerto de Talcahuano, en abril del mismo año 1897, sin muchos conocimientos del idioma; pero llenos de ilusiones y de amor por las almas. Nada les amedrenta, ni el largo camino, sus dificultades y asperezas; ni la incomodidad de los alojamientos, ni la persecución de personas mal intencionadas: Era toda una nueva manera de vivir. Pero ellos aceptan todas las dificultades en la esperanza de que Dios haga grandes cosas por intermedio de ellos. Los primeros días deben permanecer en Concepción; esto por un corto tiempo, adaptándose al idioma y costumbres, y pidiendo al Señor un territorio a donde llevar la Palabra de Dios. Allí también nace su primera hija, María. La esposa del hermano Weiss recuerda en una carta: «Mientras esperábamos en Concepción, el hermano Weiss solía subir a los…

Dale hijos al Señor

Hubo una raza de padres que pudo haber levantado una raza de misioneros.   Citaré el ejemplo de una anciana morava.  Una amiga la visitó con la tristeza reflejándose en sus miradas: “Su hijo –le dijo la amiga–, se ha ido. –¿Se ha ido Tomás al cielo? ¿ Cayó ocupando su puesto en las actividades misioneras? ¡Cuánto quisiera que Dios llamara ahora a mi hijo Juan a la obra! Poco después Juan era también misionero y también cayó.  En esta ocasión, la comisión que vino a participarle la noticia a la madre, se manifestaba muy triste; pero antes de que alguna de las personas que la formaban hubiese abierto sus labios, la anciana exclamó: ¡Ojalá que él llamara ahora a la obra a mi último hijo, a Guillermo!” Y Guillermo también fue y cayó, y esta vez la noble mujer dijo: “¡Cuánto quisiera tener mil hijos que darle a Dios”.

LA DERROTA DE SATANÁS A TRAVÉS DE LAS MISIONES

por Oswald Smith BIEN. ¿QUÉ NOTICIAS HAY? —preguntó Satanás, levantando la cabeza con una expresión de interrogación en su rostro. —¡Espléndidas, las mejores posibles! —respondió el príncipe de los demonios de Alaska, quien acababa de entrar. —¿Ha oído ya alguno de los esquimales? —preguntó el jefe con ansias, fijando la vista en el ángel caído. —¡Ni uno! —contestó el príncipe, haciendo una reverencia. —¡Ni uno solo! Yo me cuidé en ese sentido—, continuó, como si se gloriase de una reciente victoria. —¿Hubo algún intento? —preguntó su señor en tono autoritario— ¿Ha hecho alguien la tentativa de entrar? —¡Por cierto que sí, pero sus esfuerzos fueron frustrados antes de que pudieran aprender una palabra del  idioma! —respondió el príncipe con una nota de triunfo en su voz. —¿Cómo fue? Cuénteme todo. Satanás ya prestaba mucha atención. —Bien —comenzó el príncipe—, me hallaba en mis dominios, habiendo llegado bien dentro del círculo ártico con el propósito de visitar a una de las tribus más aisladas, cuando de repente, me quedé asombrado al oír que se hallaban en camino hacia allí —desde el otro lado del mar— dos misioneros, que ya habían desembarcado, y que con sus trineos y perros se encontraban en el corazón de mi reino, Alaska, y se dirigían hacia una numerosa tribu de esquimales, justamente dentro del círculo ártico. —¿Ah, sí? ¿Y qué hizo? —interrumpió Satanás, impaciente por oír el final del relato. —Ante todo, llamé a las huestes de las tinieblas que obran bajo mis órdenes, y tuve con ellas una reunión. Se hicieron muchas sugerencias, pero finalmente nos pusimos de acuerdo en que lo más fácil era hacerlos morir congelados. Sabiendo que aquel día partían hacia la distante tribu y que, probablemente, necesitarían todo un mes para cruzar las extensiones de los campos helados que los separaban de ella, enseguida empezamos las operaciones. Con corazones ardientes para anunciar su Mensaje, comenzaron ellos el viaje. Valientemente, aunque con mucha dificultad, siguieron el camino sobre el hielo. Pero después de haber marchado por una semana, repentinamente, el trineo que llevaba la comida llegó a una capa delgada de hielo que se quebró bajo su peso, y tanto el transporte como las provisiones…