EL AVIVAMIENTO EN GALES
EVAN ROBERTS Y EL AVIVAMIENTO EN GALES El avivamiento de Gales empezó en 1904. Comenzó como un movimiento de oración. Seth Joshua, un evangelista presbiteriano, llegó al colegio Emlyn en Newcastle (Inglaterra). En este colegio estudiaba un minero, Evan Roberts, de 26 años de edad, para entrar al ministerio. Los estudiantes estaban tan conmovidos que pidieron asistir a la siguiente campaña de Joshua. Entonces se suspendieron las clases para ir a Blaenerch, donde Seth Joshua oró en público: «Oh Dios, dobléganos.» Evan Roberts se fue adelante y oró con gran agonía: «Oh Dios, doblégame.» Cuando regresó, ya no pudo concentrarse en sus estudios. Se fue al director del colegio y le explicó: «Sigo escuchando una voz que me dice que tengo que ir a casa y hablar a nuestros jóvenes en mi iglesia. ¿Es esta la voz del diablo o la voz del Espíritu?» El director respondió sabiamente: «El diablo nunca da órdenes como esta. Ud. puede tomar una semana libre.» Entonces Evan se fue a su pueblo y dijo al pastor: «He venido para predicar.» El pastor no estaba muy convencido, pero preguntó: «¿Qué te parece hablar en la reunión de oración el lunes?» Ni siquiera le dejó hablar en la reunión, sino dijo a los que asistieron: «Nuestro hermano joven, Evan Roberts, siente que tiene un mensaje para ustedes si desean quedarse al final.»Diecisiete personas se quedaron, y fueron impresionados con la manera directa de hablar del joven. Evan Roberts les dijo: «Tengo un mensaje de Dios para ustedes: Ustedes tienen que confesar ante Dios cada pecado del cual estén conscientes, y tienen que arreglar todo mal que han hecho a otros. Segundo, tienen que despojarse de todo hábito dudoso. Tercero, tienen que obedecer al Espíritu prontamente. Finalmente, tienen que confesar públicamente su fe en Cristo.» A las diez de la noche, todas las diecisiete personas habían respondido. El pastor estaba tan contento que pidió: «¿Qué te parece hablar en el culto de misiones mañana por la noche? ¿Y el culto del miércoles de la noche?»El predicó toda la semana, y le pidieron quedarse otra semana más. Entonces llegó la victoria. De repente, las columnas eclesiásticas aburridas en los diarios cambiaron: «Grandes…